La capa de ozono, uno de los elementos en la naturaleza que aseguran la existencia en la Tierra de los propios seres humanos y de todos los seres con los que coexistimos, es una franja de gas muy frágil que protege la vida en el planeta, localizado entre los 15 y hasta los 50 kilómetros de la superficie, en la estratósfera. Su importancia radica en la protección que nos brinda de la radiación ultravioleta proveniente del Sol y, a pesar de esto, hace varias décadas se descubrió su vulnerabilidad ante las actividades humanas al documentar la existencia del agujero de ozono.

El origen de este importante acontecimiento proviene de los clorofluorocarbonos (CFC´s), gases que se descomponían al llegar a la atmósfera y gracias a lo cual la liberación de los átomos de cloro producía la destrucción del ozono. El origen de los CFC´s se encuentra en el uso de los gases refrigerantes, los aerosoles, el aire acondicionado y agentes espumantes para la fabricación de espumas plásticas. Debido a lo anterior, se adoptó uno de los acuerdos internacionales de mayor éxito donde se demostró que la cooperación es la vía para conseguir avances reales en materia medioambiental. En aquel momento se demostró que la cooperación funciona y actualmente la capa de ozono se recupera poco a poco permitiendo proteger la vida en el planeta.

El 16 de septiembre de 1987 se firmó el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono. En conmemoración a este acto, la Asamblea General de la ONU proclama cada 16 de septiembre Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.

 

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