“El agua es crítica para el desarrollo sostenible, incluyendo la integridad del medio ambiente y el alivio de la pobreza y el hambre, y es indispensable para la salud y el bienestar humanos.”
Organización de las Naciones Unidas-

 

En este artículo abordaremos el tema del agua en México, pero no del modo que estas acostumbrado a leer, no del agua que ves en comerciales de televisión, donde es cristalina, pura, sin olor, de esa agua refrescante que te gustaría beber en un día caluroso, el día de hoy hablaremos del agua a la que es conocida como “Agua Negra”. El agua residual, es aquella cuya composición es variada, provenientes de las descargas de usos público urbano, doméstico, industrial, comercial, de servicios y en general, de cualquier uso, pero el agua negra es aquella en la cual se tiene en gran proporción heces y orina procedentes de desechos orgánicos humanos o de animales.

Te has puesto a pensar ¿a dónde va toda esa agua que desechas cuando bajas la palanca de la tasa del inodoro? Estudios de especialistas en la materia y los agricultores revelan que usar este tipo de agua para riego, reporta grandes beneficios para el campo. Sin embargo, ¿por qué no se utiliza toda esta agua negra para el riego? Por la sencilla razón de que esta agua contiene patógenos (coliformes fecales, entre otros) que pueden ocasionar enfermedades a los agricultoras o a los que consumen estos frutos de las hortalizas regadas con este tipo de aguas.

El marco jurídico en México indica que el agua residual debe de ser tratada previa a su descarga a cuerpos receptores de propiedad nacional como lagos, ríos, mares, etc. Y esto no se está realizando de manera adecuada y no solo las aguas negras, si no también aguas grises o aguas industriales. Alguna ves te has preguntado si en tu colonia, en comunidad, tu municipio o delegación, ¿se trata el agua? ¿Cuántos litros de agua negra descargas al día? ¿Estas realizando actividades para disminuir tu consumo de agua?

Para el 2015 aproximadamente en la Ciudad de México había alrededor de 9 millones de habitantes, ¿te imaginas la cantidad de agua negra generada en un día? Quizá el agua negra no te sea de gran importancia, ya que al jalar la palanca “desaparece y deja de ser tu problema” no obstante puedes ir generando este cambio, estableciendo acciones encaminadas al uso eficiente y racional del agua y con esto contribuir a un cuidado de este gran recurso.

Por otro lado, podría parecer paradójico que una ciudad de origen lacustre presente desabasto de agua potable para su creciente población, y continúe buscando soluciones duraderas para evitar inundaciones. El Valle de México ha enfrentado inundaciones que cada vez son más frecuentes y severas. Según el registro histórico del Sistema Meteorológico Nacional, los fenómenos hidrometeorológicos intensos (T3), que pueden propiciar una acumulación de 70 litros por metro cuadrado en 24 horas, han aumentado en los últimos años a consecuencia del cambio climático, éstos pueden provocar inundaciones de más de 50 centímetros, dejando casas bajo el agua y afectando a cientos o miles de personas.

En la época prehispánica, la cuenca del valle de México era una región de casi 8,000 kilómetros cuadrados, que incluía las sierras de Tezontlalpan, Tepotzotlán y Pachuca, que la limitaban al norte; las del Ajusco y Chichinautzin, por el sur; la Sierra Nevada, con el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, eran su frontera oriente, y las sierras de las Cruces, Monte Alto y Monte Bajo, la limitaban al poniente. El sistema lacustre estaba formado por seis lagos: los de México, Chalco y Xochimilco, de agua dulce, y los de Xaltocan, Zumpango y Texcoco, de agua salada.

Con la caída de Tenochtitlán, los conquistadores establecieron una relación con la cuenca a partir de dos premisas: abastecer de agua a los colonos peninsulares e indígenas, y evitar que las inundaciones afectarán la capital de la Nueva España. En esos días, los efectos de las fuertes lluvias se debían a las distintas alturas de los lagos; hasta mediados del siglo XVIII, por ejemplo, el de Zumpango estaba a más de seis metros por encima del nivel del de Texcoco; el de Xaltocan a 3.5 metros; la ciudad de México a casi dos, y los lagos de Xochimilco y Chalco a más de tres.

Por estas diferencias, al crecer el lago de Zumpango por el caudal que recibía del río Cuautitlán, se desbordaba hacia el de Texcoco, y éste, a su vez, a la ciudad hizo que el gobierno virreinal reconstruyera el Albarradón de Nezahualcóyotl. Para 1607, el virrey Luis de Velasco aprobó la idea de Enrico Martínez, astrónomo alemán, de edificar una acequia y un socavón en Huehuetoca, actual Estado de México, para desalojar el excedente del lago de Zumpango hacia el río Tula. Por desgracia, numerosos derrumbes impidieron el flujo continuo de los caudales.

Ya en el México independiente, se hicieron estudios y obras para evitar las inundaciones. Sin embargo, las deudas contraídas por la guerra de Independencia, la inestabilidad política, algunos proyectos ineficaces, la intervención estadounidense, y luego la francesa, obstaculizaron las mejoras en el abasto de agua y el desagüe del lago de Texcoco.

En 1857, el ingeniero Francisco de Garay presentó un plan para secar la cuenca: un canal abierto de 47.5 kilómetros de longitud, que arrancaría de San Lázaro, en la orilla occidental del lago de Texcoco, hasta el de Zumpango, para conectarse con un túnel que atravesara la Sierra de Tequixquiac, hoy territorio mexiquense, mediante una galería de 10 kilómetros de longitud y cuatro metros de diámetro, y desembocaría en el río Tula, en Hidalgo, hacia la vertiente del Golfo de México, por un tajo a cielo abierto de 2.5 kilómetros de longitud.

Al desecarse, el lecho del lago se convirtió en un desierto salitroso, donde se descargaban las aguas negras de los ríos Churubusco y La Compañía. De enero a abril, los vientos del noroeste levantaban polvos contaminados y formaban nubes o tolvaneras, afectando la visibilidad del Aeropuerto Benito Juárez y el oriente de la ciudad, y causaban enfermedades oculares, respiratorias y gastrointestinales entre la gente.

Desde su origen, la capital ha enfrentado retos para el manejo del agua. Su sustentabilidad dependerá de la capacidad de planeación y establecimiento de programas que contemplen, entre otras cosas, la adaptación al cambio climático, el desarrollo de nueva infraestructura y mejora de la eficiencia en la existente, así como la aplicación de nuevos modelos que aprovechen la lluvia y contemplen el uso consciente del recurso hídrico.

 

 

Fuentes:
  • “Cultura del Agua: Hacia un uso eficiente del recurso vital”, en Nuestro país. Una realidad, en cuencavalledemexico.com