Cuando hablamos del Campo seguramente nos vienen a la mente muchos paisajes vastos de llanuras bajo el cálido Sol, además de una vida sencilla rodeado de naturaleza al vivir de la misma, un estilo de vida que aún algunos de nuestros padres pudieron vivir y aún más nuestros abuelos, sin embargo vivir en las ciudades con el paso de las décadas nos ha alejado de ese espacio físico que alberga una gran diversidad de tierras, además de ecosistemas y propiamente agroecosistemas, las poblaciones rurales que lo habitan, además de las formas de vida comunitaria que se considera pilar de la estructura económica de cualquier país. De aquí provienen los alimentos vegetales y animales que consumimos, las materias primas para la industria y servicios ambientales como la regulación del ciclo hidrológico, el mantenimiento de la composición de gases de la atmósfera, la conservación de la biodiversidad, la protección del suelo y la belleza escénica. 

A pesar de lo anterior, la transformación que han sufrido nuestros territorios a nivel global mediante la Urbanización y la Agroindustrialización ha provocado graves fenómenos económicos, sociales y ambientales como la migración campesina, la degradación de los suelos, la desertificación de las tierras, la tala irracional de los bosques, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, entre otros. Por lo que, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la  producción agropecuaria genera impactos ambientales en conjunto al considerarse la principal fuente de contaminación del agua por nitratos, fosfatos y plaguicidas. También son la mayor fuente antropogénica de Gases de Efecto Invernadero (GEI), como el metano y el óxido nitroso, que contribuyen en gran medida a otros tipos de contaminación del aire y del agua. Los métodos agrícolas, forestales y pesqueros y su alcance son las principales causas de la pérdida de biodiversidad del mundo. 

Por lo que cada 7 de marzo se conmemora el Día Mundial del Campo para reconocer los valores tangibles e intangibles que han sido custodiados por la gente de campo mediante actividades tradicionales de interacción con la naturaleza. Surgida de una tradición en Argentina que posteriormente se ha ido adoptando en múltiples naciones en todo el planeta para poner en relieve la importancia del medio rural para el bienestar social, ambiental y económico de toda nación, y recordar todo lo positivo que el campo y los campesinos y campesinas aportan a nuestra vida. En México casi una tercera parte de los habitantes es población rural. Hace una década, 30.2 millones de personas habitaban el campo, concentradas principalmente en los estados de Veracruz, Oaxaca, Chiapas, el Estado de México y Puebla, cada una con más de 2 millones de personas en comunidades rurales.

 

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