Los Cereales, palabra proveniente de Ceres la diosa de la agricultura, son un conjunto de semillas que pertenecen a la familia conocida como gramíneas. Esta familia es muy extensa, e incluye al trigo, arroz, maíz, avena, cebada, sorgo y centeno, entre muchos otros. A través de los tiempos, muchas plantas de esta familia se han cultivado por sus semillas comestibles, formando una parte importante de la dieta de muchas personas, culturas y en la actualidad de múltiples países. Entre las variedades más conocidas y al mismo tiempo producidas de estos granos se incluyen el maíz, sorgo, mijo, trigo, arroz, cebada, avena, teff y quinoa. Un nuevo cereal de considerable interés es el tritical, un cruce entre el trigo y el centeno.

Estos granos contienen almidón, lípidos, celulosa, gluten y distintas proteínas, todos considerados componentes básicos en la alimentación de los seres humanos. Desde la antigüedad, la humanidad ha aprovechado probablemente el fruto de las gramíneas durante más de 10 mil años. En el caso de nuestro país, México produce una gran variedad de cereales de la más alta calidad, ocupando actualmente el tercer lugar en producción de alimentos en Latinoamérica y el décimo segundo en el mundo. La principal producción en México es de: trigo, maíz, avena, arroz, amaranto, soya y centeno. De acuerdo a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, hasta 2014, México destinaba aproximadamente 10 millones de hectáreas exclusivamente para su cultivo.

El Día Mundial de los Cereales se conmemora cada 7 de marzo para resaltar su importancia en el consumo humano, animal y en la fabricación industrial de diversos productos. En base a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en los países en desarrollo estos alimentos generalmente suministran el 70% o más del consumo energético de la población, por el contrario, en los Estados Unidos y en Europa, frecuentemente menos del 40% de la energía proviene de carbohidratos. Además de ser utilizados para el consumo humano y animal son igualmente empleados en la fabricación industrial de varios productos, como el alcohol etílico, bebidas alcohólicas, productos farmacéuticos, suplementos vitamínicos, productos de cuidado personal, entre otros. Se ha demostrado además que el consumo de cereales integrales sin refinar ayudan a la prevención de las siguientes enfermedades: Diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer colorrectal.